Tours y Actividades

Visita al Parque de La Maestranza, en la Bahía de la Habana

Spread the love

Aprovecho la cuarentena para relatarte un viaje, más bien, una visita al Parque de La Maestranza en la Bahía de la Habana un par de años atrás. Cuando un padre se pone nostálgico por la imposibilidad de viajar, no hace otra cosa que escribir todo lo que realiza con sus niñas, y niños. Este fue un viaje divertido y cargado de gritos y alegrías.

Es sábado en la mañana, el sol comienza a dorar toda la ciudad y nosotros (Lucía y yo), nos acercamos a la parada de la Ruta 222 (la tututú), en La Lisa rumbo a la Habana Vieja.

Somos tan asiduos de hacer estos paseos por el Casco Histórico que a veces ni reparamos en lo necesario para ello; y mucho menos, le calculamos. Nuestro GPS camina hasta la parada de la Guagua y al rato estamos en ella con el rumbo fijo. En el Parque de la Fraternidad Americana miramos una vez más nuestro GPS infantil y caminamos hacia un objetivo.

Esta vez, vamos a revisar una recomendación que nos han hecho:

El Parque de la Maestranza

El Parque de la Maestranza se encuentra casi en la mismísima entrada de la Bahía de la Habana, frente a la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, y entre el Anfiteatro de la Habana, el parque homenaje Japonés, y el Castillo de la Real Fuerza.

Como su nombre lo indica, es un parque infantil instalado donde estuvo, en tiempos de la colonia, La Maestranza del ejército que custodiaba la Bahía de La Villa de San Cristóbal de la Habana.

Ahora disfrutas de un parque no muy amplio y agradable, con unos cuantos instrumentos para que los niños se diviertan y griten a su “antojo”.

Uno de los detalles que más me gustan son los Carteles educativos que les explican a los niños algo de la historia de este lugar y su predecesor que le da nombre.

En su distribución ecléctica de los instrumentos tienes en un conjunto expresiones de distintos tipos de parques infantiles: un trencito, una zona de columpios, cuerdas para subir y dejarse caer, toboganes de diferentes tamaños, túneles para descargar la energía de los padres que intentan asustar a sus hijos en medio de gritos guturales y fantasmagóricos, a la usanza de los hierros comunes en todas las regiones del país; unas casas de madera hermosas a la cultura del norte y unos inflables de varios tamaños.

Mi favorito (visual) es el área de los toboganes. Siempre me han gustado las casas de madera y en este espacio, tienes varias de esas casetas que imitan escenografías encantadoras. Será porque nunca los pude ver en mi infancia, más que en películas extranjeras; pero ver estas casas en los parques es siempre un encanto que disfruto como otro niño más. Claro, no te vayas a pensar que entro en ellas y me lanzo por la canal.

A Lucía, le encantó, e hizo sus favoritos, los inflables. Por momentos lograba subir a la estrella y considerarse Kiara, la reina Leona, pero en otros momentos, aquello parecía un reality show de una clase de Yudo cinturón negro. Los niños salían disparados, estrellados, rebotados a lo NASA, con algunos llantos y regaños de los padres –y mamis–, pero Lucía siempre risueña y victoriosa.

Confieso que por momentos me asustó debajo de un par de niños que intentaban destrozarla como rivales tribales en la amazonia, pero intento contener mis emociones adoloridas, me halo los pelos y me limito al máximo a la no injerencia en asuntos de externos (como eso de ver a los demás sufrir y no hacer nada está tan de boga por estos lares). Ella es tan pequeña y los demás niños tan grandotes. Practico un poco de respiración intercultural, le animo como gladiador en el circo romano y ella se levanta decidida a conquistar la estrella antes que los demás, como si fuese la cima del Annapurna.

Lo logra y me mira feliz, triunfante; mientras los demás niños se le abalanzan decididos a destronarla. Para que luego digan que los padres se aburren en estos lugares.

Casi me arruina. Ah, pero este es otro asunto.

Los inflables tienes dos espacios por edades: 0-6 y mayorcitos hasta 12 años. Para estos niños grandes tienes un par de inflables gigantezcos (un barco pirata y un tigre que le deja caer por la boca).

Son la sensación de La Maestranza.

Antes de continuar, te regalo algunas imágenes de aquella primera visita.

Logística y precios

Ahora te comento sobre cuánto nos costó, qué comimos, dónde, precios, entre otros detalles.

Qué comer en el Parque de La Maestranza

El Parque de la Maestranza tiene un precio de entrada, un módulo para niños y algunas cafeterías y kioscos dentro donde comprar esos módulos y algo de merienda, helado y pizza.

(Si no lo sabes, cada vez que te comento sobre mis viajes, debes entender que este es el país de la moda, nada de lo que te escriba es permanentemente verdadero. Hoy hay, mañana tal vez no; y viceversa.)

No pierdas el ánimo, mírale como el reto del destino. Búscale, y a ver qué te toca. Acaso esto le ofrezca el encanto de ser la isla más voluptuosa del Caribe. Me refiero a…

Uno de los mayores ejemplos lo viví en mi Viaje de fin de año por 7 Ciudades de Cuba. Partí con u precio y regresé con otro. Para que te hagas una idea, salí de La Habana costando 3 pesos un maní que ahora cuesta 10. Una cuchara de arroz de 5 pesos, hoy vale 20. ¿Cómo hice el viaje? Creo en los milagros, jajaja. Ah, y fui casi sin dinero, ni para el transporte. Doy gracias a Dios y a los Coach que ne ayudaron. Volvamos a tema.

En nuestra visita al parque de La Maestranza, compramos un pan con hambergue de merienda, que Lucía no quiso comer. Tampoco se tomó el pomito de refresco, porque no le gusta las bebidas gaseosas. De almuerzo: pizza. Su favorita. Aunque estaban tan malas que tuvimos que conversar sobre la crisis en Alemania, el recalentamiento global y la obligación de comerse aquello que asemejaba a una pizza o nos tendríamos que regresar a casa. A que se la comió: estrategias de padres callejeros cubanos.

Consejo viajero: Es preferible visitar los parques acompañados por varios adultos. Pues al infante solo le importa jugar y no tendrás tiempo de hacer cola. Para cuando te diga quiero, ya se habrá acabado… Como estábamos solos, no alcanzamos helados.

El módulo, que lo solicitas cuando abonas la entrada y lo suman al ticket de niño, nos vendieron 10 africanas, 2 paquetes de pellys, un pomo de refresco pequeño, unos cuantos caramelos, un chocolate grande, varios paqueticos de galletas dulces, un paquete de galletas de soda. Nos costó 220 pesos.

En otras ocasiones nos había costado 140, 88, 116 pesos. Supongo que depende de lo que estén vendiendo ese día.

Precios del Parque de La Maestranza

Lo cierto es que no puedo hablarte del precio actual de entrada. Costaba 3 pesos por niño y 5 pesos por adulto. Pero, ¿recuerdas lo del país de la moda…? Aquí estamos rodeado de mar con oleaje constante en los precios y ofertas.

Los aparatos valían un peso en la parte delantera, donde estaban los toboganes , columpios, trencito eléctrico… y en el fondo, como los inflables eran privados, costaban 3 pesos cada uno. Esto se organiza por tiempo. Entra un grupo de pequeñines por 10 minutos, y así van cambiando.

Este año no le hemos visitado. Surge la interrogante: ¿cuánto costará con los nuevos precios que ha impuesto el gobierno en su “reordenamiento 2021”?

Cuando lo sepa actualizo este post. Y si ya lo sabes, déjalo en los comentarios.

Despedida infantil

Ahora me despido desde el recuerdo de haber estado en este lindo parque. Me lleno de alegría conversando con mis niñas Sasha y Lucía sobre la última vez que le visitamos y te grito un ¡hasta pronto!

Tío Lucio el viajero.

Lucioviajero
Lucioviajero

Mi gente, soy mochilero de cuerpo y alma. Esta es mi bitacora de viajes. Acá les dejo mis aventuras, junto con mucha info útil para sus escapadas.
Nos vemos por las calles del mundo.

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *