Relatos de Viajes

Viaje a Las Villas dentro de la Covid (2da parte)

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Hacía un año que no venía por acá. Fomento es un pueblo a los pies de las Montañas del Escambray, por la parte norte. Un municipio con gran variedad de relieve, por su ubicación. Lo mismo te encuentras algunas llanuras pequeñas como las grandes montañas, arroyuelos y manantiales afluyen en ríos caudalosos como el Agabama. En esta parte del país se siembra casi de todo lo que vez en cualquier otra región.

Volver a mi tierra natal siempre es agradable; a pesar de que esta vez lo encontré más polvoriento que nunca. La crisis del asfalto le golpea de manera visible. Encuentras menos calles y más terraplenes. Esto no solo en las afueras del pueblo, sino que en su seno. Han desaparecido grandes tramos de calles volviendo a ser de tierra. No sé bien por qué, pero mirarle provoca un gran sentimiento de desencanto involutivo.

Aun así, no deja de ser mi tierra natal, aunque (contrario a cualquier tipo de desarrollo) esté cada vez más feo.

Y Fomento tiene algo doblemente especial también: allí nací yo y allí nací yo. Mejor soy más específico: allí nací yo en 1978, y nació este blog de viajes (yo). Fue en el cibersalón de partos de la máquina de mi hermano donde nació lucioviajero; infructífero, destinado al fracaso y sin alas con las que viajar. ¡Contradictorio! ¿Verdad? Tal vez, lucioviajero sea solo el fruto inoportuno de la terquedad. Solo Dios decide.

Yoanky y Hanay

En los post anteriores sobre este viaje (tienes los enlaces al final), te he hablado sobre mis primos Hanay y Yoanky. Ahora quiero decirte dos palabras más sobre ellos. Es que fueron uno de mis puntos centrales en este viaje de dolor.

Han transcurrido algunos años desde la última vez que vi a Yoanky. Luego supe que se había casado y que vivía en otra parte de Fomento. Visitarle era una de mis deudas. Lo que nunca tuve en mente es que fuese de esta manera y por la triste razón que ahora me obligaba.

Uno se hace conjeturas sobre la nueva miembro de la familia. Incluso, puede que se escuchen expresiones en el aire familiar sobre ella. La verdad es que me encantó la nueva prima. En especial, por la forma imbricada en que parecen hacer todas sus labores cotidianas.

Esto me hizo feliz. Al parecer mis primos tienen buen gusto para encontrar esposas. Me alegra saberlo. Y tanto más por la pérdida que hemos sufrido esta vez.

Hanay y Yoanky se muestran emprendedores y afines. Un matrimonio joven con sueños y deseos de vivir. En verdad se complementan hasta en las diferencias. Él con su aura nostálgica y ella con su carisma extrovertido confeccionan una pareja carismática fascinante.

A Yoanky y a mí nos une el acero y sus innumerables aleaciones. Jajaja. Es por eso que todas nuestras conversaciones siempre terminan en vikingos, samurais y malayos, en fraguas de antaño y villas de guerreros… Pasamos horas hablando de sus últimos trabajos, de hojas forjadas a martillo, de las distintas maneras de fundir el acero, que necesitas según el empleo. Fueron tantas que yo solo atinaba a consentir lo que me es incomprensible.

Para sellar una conversación a medias, me regaló un cuchillo hecho por sus manos.

Acero de amor

No todas las herramientas tienen el mismo valor. Incluso, las de igual tipo pueden tener cargas emocionales diferentes. Les damos connotaciones distintas según nuestros sentimientos hacia quien nos regala. Es por ello que este cuchillo elaborado de forma artesanal, por mi primo herrero, tiene grande valía.

Tengo otro regalo reciente que cumple los mismos indicadores. Es esta postal por el día de los padres. Me la hizo mi bebé Lucía. No tiene encuadernado, sello timbre, ni calidad de imprenta. Sin embargo, este “trozo de papel” es la mejor postal que he recibido en toda mi vida. Jamás podría ser igualada en espiritualidad, pues fue confeccionada por sus manitas dulces, con toda intención para su papito.

Otras labores

Mi compañera inseparable en muchos viajes ha sido Tali, mi sobrina. Esta vez no pudimos compartir tanto, ya ha crecido demasiado como para pasear con su tío viajero.

Pero siempre pudimos salir por una tarde de pesquería. Brother y yo pasamos por casa de Tía Lily, para volver a conversar con ella, antes de irnos al río. Pescaron mucho, se nos escaparon unos cuantos y los freímos todos allí mismo. Lo más agradable fue conversar con mi hermano por varias horas. Montar bici con él fue uno de mis hobbies favoritos de niño.

Cuando se está de continuo distante se adquiere una necesidad enorme de conversar. Porque, seamos francos, la mochila puede acompañarnos en muchas aventuras, pero no es buena conversadora, aunque supongo que sería excelente escuchando.

Es por ello que a veces le escribo poemas como este:

Mi mochila II

Esta mochila necesita un gesto nuevo

una sonrisa despojada de rencores

oxígeno de viajeros     fantasmas y perdidos

con quienes dialogar

en noche de hambre

hambre de todo lo sublime

Escaparate      casa     almacén

esta mochila se agota en sus compartimentos

desnudos los ácidos

corroen cada pieza del rompecabezas

las gotas biliares

los rostros prematuros

el hacinamiento de imágenes

superpuestas sobre el viajero

en veladuras sarcásticas

erróneas y erráticas

con el flagelo constante

de todo lo impuesto.

Fue aquí cuando terminamos de darle cuerpo a mi blog de viajero. La verdad es que aún no se ve como quiero que sea, pero avanza. Lo importante es que comience, por el camino se vestirá.

A mi madre y hermanas les visité varias veces, pero la mayor parte la pasé en Fomento. La verdad es que uno no tiene tanto hígado para ver como tu mamita se pone el nasobuco para recibirte después de haberme hecho tantos exámenes. Como si no fuese Placetas el lugar en Cuba donde murió el primer cubano por la Covid-19 (esto, por si queremos criar fama). Me sentí tan bicho raro a su lado, como otras tantas veces.

Mi amor hacia ella debe ser infinito cuando retorno cíclicamente…

Retorno prolongado

Test Covid-19

¡Cuántas veces tuve que hacerme el test Covid! Como se vence cada 48 horas… El problema es que la transportación que usé para salir de la Habana y que circulaba días alternos, había desaparecido hacia la capital. Cuando fui al Poder Popular de Sancti Spiritus me mandaron, como era de esperarse, hacia otro sitio: Dirección Provincial de Transporte. Estos no sabían cómo contactar con esas guaguas, «solo son de la Habana hacia las provincias orientales, nosotros no sabemos nada de eso». Parece que las novedades y el flujo solo emanaba hacia el  lejano este.

Me anotaron en una lista que estaban realizando para, cuando llenaran un autobús, entonces enviarlo hacia el occidente. «Deje su contacto, nosotros le avisamos cuando se cuadre».

Pasaron días, y días. Una semana y luego la otra. Me sentí como en la cafetería donde K, el agrimensor, esperaba ser llamado por el Castillo. Me avisaron la otra semana para decirme que tuviese listo el examen del Covid, que la guagua saldría el miércoles, luego que el viernes… Me llamaron el sábado en la tarde, que saldría el lunes.

Corrí hacia el policlínico para hacerme el test. No quisieron porque ya estaban cansados y –no te preocupes, puedes hacértelo mañana en el Hospital General.

En la hermosa mañana de ese domingo me hice el test luego de que me lo negaran un par de doctores y laboratoristas. Al fin, pareciera que por misericordia hacia mí, una doctora en otro cuerpo de guardia, me lo indicó para hacerlo la misma especialista del laboratorio donde me lo negaron 15 minutos antes.

Estaba listo y ansioso para viajar al otro día. Llevaba más de dos semanas sin ver a mis niñas, sin propósito alguno y en un viaje con un 60 % de fracaso emocional. Quedaba otro pequeño problemilla. La cita era para las 7 de la mañana en Sancti Spiritus. Fomento está a 64 kilómetros y solo sale una guagua a las 5:30 para el que se disputan cabida a duras penas decenas y decenas de trabajadores, estudiantes, viajeros, militares…

Me levanté a las 4 de la madrugada. Lloviznaba. En la terminal, lo más inusual, no había nadie. «Están suspendidas todas las transportaciones, por el ciclón». ¡¿Qué?! Pero si ni siquiera hay tormenta. En fin, cuando estaba dispuesto para viajar a los brazos infantiles, un nombre recurrente apareció en mi viaje de regreso: Cristóbal.

Cristóbal

Cuando estoy a punto de tomar el ómnibus hacia la capital, apareces tú, Cristóbal. Una vez más este nombre viene a ser una tormenta para las Américas. Pero ahora es solo un vaso de agua en el cual se ahogan los burócratas cubanos.

Te la describo. Cristóbal fue Categoría: 0.00001; Distancia de Las Villas: infinita; pronóstico de riesgos: nulo. Aún así suspendieron toda transportación hasta nuevo aviso. Escuché que en occidente había llovido algo… Claro, siempre se partieron algunos plátanos en Pinar del Río.

Foto tomada del sitio www.tiempo.com

Al fin

El lunes en la tarde me llamaron que “pensaban“ enviar el carro el miércoles pero que no era seguro. Amig@s, recuerden que el dichoso Test es válido por 48 horas.

Al final me tuve que hacer un par de test de los que hasta guardé un souvenir… Pues la guagua salió el jueves. Lo cómico de estas 7 veces es que solo me lo pidieron en la Terminal Piscina, al salir de la Habana, la primera vez. Los demás, no me hicieron falta.

Hasta más ver

Antes de despedirme quiero recordarte que la región de Las Villas, completa, es el paraíso cubano. Luego te escribiré más sobre ella. Por ahora, si quieres saber por qué lo digo léelo en este enlace.

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CIVITATIS

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Nos vemos en nuevas aventuras.

Tío Lucio el viajero.

Lucioviajero
Lucioviajero

Mi gente, soy mochilero de cuerpo y alma. Esta es mi bitacora de viajes. Acá les dejo mis aventuras, junto con mucha info útil para sus escapadas.
Nos vemos por las calles del mundo.

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