✅ Campamento de Juveniles 2019, una mirada desde el fuego
Cuando escribimos lo cotidiano, la visión de quien escribe es crucial. A veces, se torna difícil, pero en otras se hace más fácil por la simple razón de no tener muchos patrones obligatorios a los que regirse.
Hoy quiero escribirles sobre algunas vivencias en el Campamento de Juveniles #Dreams (2019); desde mi punto de vista de servicio. Si quieres escuchar sobre trabajos organizativos, o distintas acciones, deberás leer otro post.
¡A partir!
Hoy amaneció un día espléndido con una “mañana de campamento”. Y le llamo así, porque cada día tiene sus propios ánimos y esta aurora era la de Camping. Con sus oleadas de aire fresco en medio de la ciudad, sus colores naranjas en pleno verano, los pícaros gorriones comenzando sus faenas… En fin, se gozaba a plenitud la alegría de aventureros.
Oramos, recogimos todo (que era mucho), y, ¡a los camiones! Minutos más tarde nos deslizábamos a buena velocidad por la Autopista occidental.
Pinar del Río es una ciudad hermosa. Pequeña, como todas las del país, pero con un aire romántico que le da cierta esbeltez ecléctica, entre sonrisas y suspiros.
Si no la has visitado nunca, no te la pierdas, es magnífica. Aprovecho para recordarte que una de las mejores maneras de conocer la ciudad es de la mano de los locales. Guías estupendos que se saben la historia, la cultura y las anécdotas .
Nosotros pasamos por ella como quien le tiene miedo. Nuestro destino, el Seminario Bautista Libre “Los cedros del Líbano“, se encuentra en el km 7 de la carretera de Luis Lazo. Un hermoso rincón dentro de los montes del Caribe. Amo la Naturaleza, razón suficiente para disfrutar este paraíso con venado y cocodrilo incluido. Además, saber que en este lugar se asentaron los primeros misioneros de la Obra Bautista Libre es magnífico.
Relativamente cerca, tienes la , la primera Reserva Natural de la Biosfera en Cuba. Te comento esto, porque en sus inmediaciones tienes paisajes de ensueño. Los tres grandes de esta región son . Al final de este post te dejo información valiosa sobre ellos.
Manos a la obra
La euforia de la llegada es siempre placentera. Los mismos gritos se suceden buscando identificar nuestras emociones en quienes nos escuchan. Apenas aterrizamos teníamos que preparar los spaguetti de bienvenida para quienes llegan el domingo en la tarde; pues la mayoría de los muchachos vienen el lunes.
En la cocina estábamos Happy: nadie trabajaba lo suficiente como para cansarse. Era imposible. Más que un trabajo de comedor parecía un servicio Catering, pues éramos como 20 herman@s de servicio. Nunca más felices.
La rutina era la misma 6 am-9 pm. Era lo único que no ayudaba. Parece que no fuimos muy inteligentes en asuntos de organizar el trabajo, porque esta rutina se mantuvo igual toda la semana.
Cada mañana hacemos lo mismo: levantarnos a las 6 y darle tea incendiaria a esos troncos que se hacen los duros antes de que el fuego los ablande hasta convertirlos en cenizas. Una vez comenzado el trabajo, casi no se detiene hasta la limpieza después de las 8 pm. En la cocina de leña calderos van, calderos vienen. Todo cronometrado para que los muchachos puedan hacer todas sus rutinas del Campamento sin que nosotros les estorbemos. Por supuesto que alguna vez se nos atrasó algún plato que no quería ablandarse a tiempo.
Para mí, las experiencias ajenas al trabajo más gratificantes provinieron de los hermanos de México, en especial de Abdiel, quien nos enseñó a bailar como la iguana, la lora y hasta a confeccionar pizzas rudimentarias. ¡JAJAJA! Siempre me di alguna escapadita en momentos flojos para ver las actividades de los muchachos, sus juegos y gritos competitivos. La temática de los equipos al entrar al comedor nos llenaba d e alegría infantil. También podíamos escaparnos (apestando a humo de leña) para ver el culto de la noche. Y, antes de bañarme, abusaba del amor de Mario y usaba su móvil para llamar a mi bebe. Qué más podía pedir.
Hablando de leña. Ese fue el servicio que más caro –hasta lo ridículo– nos cobró el seminario. Tal vez sea porque como soy del Escambray…
En las noches también me escapaba de mi cuarto compartido con Mariocar. Disfrutaba de los juegos nocturnos, la lona, el culto a la luz de la fogata…
Incluso salimos con regalos que los hermanos de otras tierras nos ofrecen con el corazón abierto. Pero acá en este planeta todo acaba. La semana voló y pronto estábamos haciendo la mochila para retornar a la misma ciudad de tantas puestas de sol.
Regreso
El viaje de regreso siempre es el opuesto. Casi todos duermen, con sus caras enrojecidas, sus ánimos caídos y las sonrisas más ausentes que en las pinturas de Edward Munk.
Cuando llegamos a no quedan ganas ni para descargar los útiles de cocina.
Pero siempre queda espacio y algo de fuerzas para alabar a nuestro Dios, darle gracias porque se pudo, y pedirle una misericordia más, para llegar a casa.
¡Muchas Bendiciones!