Vacaciones entre dos años: desafiando la altura
Pronto te darás cuenta por qué la imagen destacada de esta página es la misma principal de mi blog de viajes. Sigue leyendo.
Lucía y yo partimos de La Habana en autobús la noche del 30. Me encantan esas fechas de festejos para viajar. Mientras los demás se las arreglan para celebrar en famiglia, yo imagino nuevos o repetidos destinos, que más da. El caso es caminar, caminar sin descanso más allá del necesario para retomar fuerzas.
Es una pena que los recursos no favorezcan más.
No puedo hacer otra cosa más espontánea y sincera, en la cual albergue más emociones y alegría vivificante que viajar. Es parte intrínseca de mi naturaleza. Solo es superada por el exorbitante placer de hacerlo acompañado por alguno de mis seres queridos.
Ese es el único nexo extraño que me une con una realidad adyacente, seminormal: soy un átomo libre que también anhela la familiaridad. ¿Cómo entenderlo?
Sé que parece contradictorio. Incluso es antagónico. Por lo general, los viajeros tienden más al ostracismo y el ego de hacerlo todo en solitario, aunque estén acompañados. Se sienten compañeros de viaje, pero no alcanzan la comunión familiar con la misma facilidad que los demás mortales de sociedad. Aclaro que hablo en términos generales.
Yo soy un mochilero solitario que ama estar en famiglia. No culpes mis lagunas mentales. Jeje. Mientras la mayoría aprovecha esos momentos para compartir el lechón asado a la parrilla con sus incontables desbalances alcohólicos, yo solo pienso en un tren, en un destino, en aquel recoveco que me falta por visitar no muy distante…
El autobús Habana–Santa Clara tiene horario de salida a las 19:40. En ese nos embarcamos mi pequeña bella hija y yo. ¿Itinerario? Visitar a mi madre y hermana menor, en Placetas; y mi gente de Fomento (con el irremediable y ya recurrente Trekking del Husillo).
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31 de diciembre
Sobre las 9 de la mañana estábamos en casa de mi madre; “Belita”, para Lucía.
Amamos, o mejor dicho, demostramos un poco más nuestro amor incondicional de famiglia, Compartimos, gracias a Dios, agradables comidas de fin de año. Digo esto, por la misericordia de poder hacerlo. Es triste, muy triste la empeorada realidad cubana. De la cual no puedo hablar. Así que, el solo hecho de tener comida ya es una fiesta innombrable.
Conversamos las mismas escenas de siempre. Mi salvadora Lucía se encargó de rellenar con muchos bocadillos que falseaban el guión. Acepté todos los regalos que mi mamá y mi hermana me ofrecieron -aun a contracorriente. Y la Noche Vieja nos alcanzó deambulando por la ciudad en busca de signos parranderos que enfatizaran los festejos. En especial, a mi bebe se le antojaba la quema de esos muñecos anuales.
Yo con gusto me hubiese unido a los muchachos que disonaban sus melodías en medio de la plaza central, allí, donde la glorieta se mezclaba con las cuerdas de guitarra y las risas de aquellos grandes músicos que no atinaban a recordar dos palabras de cada letra y las canciones eran más bien oníricas, abstractas… De haber estado solo, o no tan acompañado, me habría unido a la algarabía arrítmica de quienes poseían la verdadera esencia de lo que es divertirse sin más presunciones que la alegría simple.
Pero ese es el precio de la familiaridad. Y nosotros lo pagamos. Frente a un año viejo que ardía en las llamas del deseo, la nostalgia y los sueños inconclusos, nos alcanzó el 2024, con sus esperanzas obligadas y sus recordatorios a lo Antonio Machado; con la única satisfacción de apretujar entre mis brazos a esa niña etérea, ese ángel de la guarda que Jehová me regaló en el momento más austero de esta minúscula existencia.
(Aclaremos que tenerla fue luz vibrante y divertida en todos los sentidos. ¿Vale?)
Año nuevo
Recomienzos. El ciclo permanente de mis viajes se fundamenta más en el balance perpetuo de los despidos y recomienzos, que en las arcas vacías de mis ganancias. Como las tormentas favorecen las islas del Caribe, así me benefician las nuevas relaciones, los viejos adioses y las sucesivas batallas por la supervivencia ingrávida de un hogar sin fronteras.
Por ello agradezco a Dios cada vez que te veo; cada vez que nos marchamos; cada nuevo amanecer en los baúles de mi mochila.
No es fanatismo nómada. Es la única esencia sincera que puedo comentarte, sin que mienta con argumentos políticos. Este 2024 no es la diferencia. Por lo que llego a Las Villas con la intención de revisitar las mismas casas, abrazar los mismos cuerpos y agregar nuevos conocidos (ayer desconocidos) a mi lista vitalicia.
Mi musa de la Comedia
Talía es de mis reencuentros obligados y recurrentes. Un destino en el callejón del espíritu donde festejar abundancias de risas y bendiciones. Como herencia griega se encarga de muchos de mis festejos; otorgando dones de abundancia…
En especial, es aquel ser mitológico que baña mis recuerdos con el innegable don del amor de hermanos.
Sé que nunca te he escrito sobre Brother, el mayor (uno de los pocos hombres que más amo en esta vida). -Sin confusión de género. Soy de los antiguos que gustan y degustan el equilibrio y complementación de la diversidad anatómica; quienes creen en las relaciones de pareja hombre-mujer. ¿Vale? Esa fealdad de dos cuerpos similares no tiene gracia.
Pero…, volvamos a Tali, mi musa comediante. Ella enarbola en mi psiquis el baluarte de un amor puro, inmerecido que va más allá, mucho más allá, de los contornos de hermanos y reticencias. Una de mis mejores amigas de viajes y aventuras.
Visitarle, aunque a veces sea dantescamente infructífero, es una obligación en mi bitácora: caricias, besos de cómo te sientes, gestos de aprobación y demandas, algunos tours juntos, acaso un par de escapaditas… Mucho o poco, pero siempre volvemos a reencontrarnos; al menos, un soplo antes del adiós de nuestras marchas bifurcadas.
Lamento no poder caminar de la mano con ella innumerables decenas de millas en cualquier entorno cosmopolita.
Agabama
Sobre este pueblo te dedicaré un pequeño subtítulo en el artícuo sobre las Excursiones en Fomento. En este lugar se halla el Balneario de Agabama. Uno de los conocidos espacios de descargas y diversiones por esta zona.
Yo le visito más bien por las varias casas de tías, tíos y primos que alberga.
Entre ellos, Yoanky y Hanay son la pareja favorita que me colman de comida entre anécdotas recogidas durante el año, historias vikingas y comentarios cinéfilos.
Acaso, lo más reconfortante a mis ansias, sea la posibilidad de dar riendas sueltas a muchos de los sueños mochileros que tanto se amontonan en mis anhelos. Con ellos hablo libre, sin límites formales entre locuras y realidades.
El Husillo: Desafiando la Altura del alma
Esta vez, el Sendero de El Husillo, lo caminamos Lucía y yo.
(…)
No intento ser poético cuando le nombro “la altura del alma”. Es que, similar a La Cazuela, en Boca de Canasí, subir a esta pequeña montaña con Lucía…, representa mucho más que atravesar Russia a solas. Este es el mayor gozo familiar que he experimentado hasta el presente.
Si eres amante de la aventura, como yo, y buscas experiencias únicas, nada es más gratificante que viajar con tu hija decida a sobreponer su valentía por encima de los 9 años; hasta vencer en la cima de su orgullo. No hay práctica mejor para comenzar el año nuevo que la escalada de una montaña con un nivel medio de dificultad, relieve fácil pero que a su vez conserva cierto grado de inconvenientes y obstáculos que te ofrecen el reto que deseas.
Escalar el Husillo, en Fomento, tiene la doble ventaja de ofrecer varios grados de Trekking para todos los gustos (incluso la escalada pura por la piedra viva, vertical). Esto favorece a quienes viajan con niños y necesitan un sendero, si bien inclinado y riguroso, accesible por completo para todos los miembros de la famiglia.
Te escribiré un post completo sobre algunas de las excursiones que puedes realizar en famiglia por los alrededores de Fomento. Por ahora, te comento que El Husillo se encuentra a unos 2 kilómetros de este pueblo; y es un paraíso para los entusiastas de la escalada, el senderismo, las cuevas…
Esta formación rocosa única ofrece rutas de diversos niveles de dificultad, desde principiantes hasta expertos. La altura y la estructura maciza de El Husillo brindan desafíos emocionantes y vistas espectaculares desde la cima. Pues a su alrededor los valles se suceden hasta los pies del Escambray. Hasta puedes visitar la cueva que yace en sus faldas: recuerdos de soberbias formaciones de rocas caprichosas; con ecos históricos, bandidos aventureros y combates militares por los años ´60.
Disfruta del paisaje mientras escalas; las vistas panorámicas desde lo alto de El Husillo son geniales; pero en lo personal, me agradan más las vistas que disfrutas dentro del bosque. Esas grandes rocas como caídas del cielo en medio del verde intenso extasían mis sentidos más allá de los atardeceres y ciudades encantadoras. La capa de helechos, musgos y vida arraigadas a estos “guijarros” colosales en el cause de un río que imagino tan grande como el Volga… Jaja.
Estas son las imágenes que revolotean en mi cerebro amorfo en constante regodeo con la adrenalina y la mística del nómada que no necesita más.
Comenzamos la excursión sobre las 4 de la tarde. Un descanso a medio camino, un trozo de chocolate con almendras ruso, tres sorbos de agua y ya estábamos en las faldas de la montaña.
El imponente Husillo se levanta desafiante; pero a nosotros no puede amedrentarnos. Jeje.
Supongamos que aquí estamos a mitad de camino, teniendo en cuenta el esfuerzo que representa el sendero.
El Sendero se pierde en los comienzos. La luz solar favorece el crecimiento de la maleza, pero una vez dentro del bosque ya encuentras el paraíso; y también la inclinación.
Subimos inseguros de reconocer el camino más fácil. A trancos nos orientábamos y nos perdíamos. Nuestro menor interés era chocar de lleno con la ladera vertical. Lucía, valiente al fin, avanzaba ora a duras penas ora feliz.
El único detalle cierto en mi memoria era “el tobogán”.
Los arabescos del bosque son magníficos. Si no fuese por el afán de la subida, preferiría acampar en medio de estos parajes cariñosos. Sin embargo, alcanzar la cima se conjuga con el éxito de la victoria ficticia. Una meta impuesta por no sé qué concilio mental que impugna cualquier goce intermedio.
Tres cuartos de hora bastan para alcanzar la cumbre.
Camping en El Husillo
Por seguridad infantil, acampamos en un rellano antes de la verdadera cima de El Husillo. Es demasiado inhóspito el relieve de la piedra viva para aventurarme con mi niña bella. Acaso sea temor o paternidad, pero no me aventuraré a exponerla demasiado. Cada viaje, al menos en mi caso, es una mezcla de reto con diversión y alegría. No me interesa el exceso de uno en detrimento de los otros.
Aquí estamos bien. El colchón de hierba, que no hay en el pico, también invita.
Chocamos palmas en victoria mientras atardece frente a nosotros, dichosos de estar allí por tercera vez. Digo juntos. El paisaje desde acá es agraciado. Incluso algunas imágenes son esculturales. Cuando observo la cordillera de masas de roca negra, seccionada de golpe por un río, y las líneas del ferrocarril, intuyo las montañas rocosas que nunca he visto o los mogotes del mar de Thailandia…
La temperatura es agradable, unos 15 grados. Levantamos la carpa luego de la sesión tecnológica. -Para revisar- argumenta Lucía entre risitas pícaras de negociadora. La carpa que uso en mis viajes con ella, es prestada; con doble cobertura, para aguantar la lluvia. De hecho, aunque parezca loco, no poseo ninguna propia. Desde hace ya muchos años conservo una pequeña tienda triangular de un amigo querido. Él afirma que su propia carpa es mi casa. Pero es muy pequeña para dos y permite el paso del agua.
Luego del aseo llega la cena: panes, galletas, maní, chocolates, soda, tomates, pepinos, leche, panetelas, salchichas… Ni lo preguntes. Era demasiado para nosotros. Tanto, que la mayoría de aquella comida nos sirvió mientras viajábamos de regreso a La Habana (el lado feo del asunto).
Jugamos, conversamos, cantamos, oramos, alabamos a Dios por regalarnos aquella aventura… Nos burlamos hasta de nosotros mismo y, sobre todo, molestamos a los vecinos.
Jajaja. Molestar al vecino es gritar en medio de la noche y partirnos de la risa cuando los campesinos del valle salen con linternas en busca de aquellas nuevas voces que interrumpen la tranquilidad de sus granjas. Suponemos que lo hacen por cuidar sus animales… Pero nos divierte aquella treta perturbadora. Ahora, cada vez que hablamos de El Husillo a nuestras amistades, brota la expresión jocosa espontánea: -¡Veeeccciiinnnooo!
Antes de acostarnos nos vimos en la obligación de “revisar”, una vez más, nuestros celulares adictivos.
Disfruto observar como duerme mi bebe. Tanta paz en su confianza.
De tan placentero el sueño, perdimos el amanecer. Despertamos con el sol por encima de la montaña. Ya era el segundo de enero de 2024 y nos quedaban compromisos familiares que cumplir. ¡Qué pena!
Sobre las 10 de la mañana comenzamos el descenso con su aburrido crepitar. Siempre es lamentable el regreso.
Ojalá encontrara el viaje de solo ida…
El resto del viaje pasa inadvertido.
Retorno
Cuando decía el lado feo del asunto es que estuvimos dos jornadas en la Lista de Espera en la Terminal de Santa Clara para regresar a la capital.
Si bien la crisis cubana es general, la papa podrida de los viajes es el transporte.
Una vez más debo decir que mi niña es vigorosa, estupenda, valiente.
Espero que tengáis miles de experiencias como esta con vuestros hijos. Aventurer@s, si os llegáis a Fomento: ¡subid a El Husillo de sí o sí!
Abrazos bendecidos,
Tienes unas cuantas imágenes en mi Instagram.
Un consejo para El Husillo:
Explora las diferentes rutas disponibles y elige la que se adapte a tu nivel de habilidad y experiencia.
Antes de aventurarte, asegúrate de contar con el equipo adecuado para lo que deseas y, si es tu primera vez, considera contratar a un guía local para obtener orientación. De todas formas, en la página que te escribiré sobre las Excursiones en Fomento trataré de detallarte con mapas y todo, para que puedas lanzarte a la aventura por sí solo.
Por último, gracias a Esther, quien nos acoge en su casa a expensas de las molestias que podamos causarle a su hogar…, gracias.
2 Comentarios
Claudia
Mis amores
siempre disfrutando de lo alto
esta vez en doble sentido
jiji
me dan envidia desde esta ciudad de vidrio
les amo
Lucioviajero
Mi niña, acaso seas tú quien me ofrece una envidia sutil. Jajaja. Te queremos.