El Pueblo Ruso: escasas pinceladas de viajero
Tras mi Slow Travel por estas tierras no cabe de otra que escribir, humildemente, algunas pinceladas sobre el pueblo ruso, sin mayor mérito, que las representantes de un viajero con persistentes ansias de amar.
Pinceladas en un cuadro ruso
Lo que más me agrada del pueblo ruso es su cualidad de improvisación, mezclada con el gran valor ante el trabajo (a pesar de que en Moscow no se trabaje mucho), junto a una admirable adaptación a su clima, su tierra, su comida.
Digo esto, porque serán rasgos que distinguirás a simple vista cuando les conozcas. De todas formas también te escribiré sobre esto, cuando encuentre el valor para hacerlo.
Tocaba algo de las particularidades rusas porque las he vivido también acá: una amalgama de valores estéticos, superposiciones de todo tipo, collage de elementos, acciones y saberes que resultan el producto de la sociedad rusa actual.
Una de sus peculiaridades, como yo le bauticé (me anoto este bautismo, sin saber si otros lo han usado) es su desarrollo por capas. Pienso que la sociedad rusa ha crecido a fuerza de golpes cotidianos. No uno de esos desarrollos que se han impuesto de momento, sino un proceso cotidiano, tal como son ellos, dentro de su propio devenir, sin deshacerse de nada de lo que han vivido a través de su volcánica historia. Desde los zares hasta las matrioshkas…
Por ello, lo mismo ves aparcado un Mercedes rebosante de lujos junto a un lada del ´60 con la carrocería despedazada; una casa pomposa al lado del hogar de la bruja de Blancanieves; un Metro con el olor de recién inaugurado y los típicos trenes antecesores al comunismo; las propias estaciones del Metro de Moscú son la mejor enciclopedia referente a la superposición de historias cotidianas. Los recuerdos arremolinados de la historia se demarcan en los azulejos arrancados o superpuestos para mitigar los vestigios en desuso.
(…)
Carácter del Pueblo Ruso
En cuanto a su carácter. Me han preguntado muchos amigos y no he podido responderles; al menos, no de la manera que parecen esperar. Dos razones, la primera, que uno no debe juzgar por sus propias vivencias. Y la segunda, porque un comunicador debe decir la verdad; aunque muchas veces adornamos nuestras palabras, no solo como escritores, sino como personas en todo momento. Una hipocresía obligatoria a la que muchas veces rechazo, pero que no dejo de comprender necesaria, por la unidad grupal.
Cuando hablo sobre la primera, parece una contradicción. Si lo que importa es escribir cuanto sentimos y experimentamos, ¿cómo es que debemos juzgar sin esos sentimientos?
Lo cierto es que la mayoría de las veces sopesamos con mayor elocuencia los dolores y tristezas, sin darnos cuenta que son más pasajeros que las alegrías. Pues nuestro cerebro posee un sistema discriminante que ofrece prioridad a los momentos de gozo sobre cualquier otro. Al menos, en su sano comportamiento.
Por lo que no vale la pena sentir hacia las personas lo mismo que padecemos ante las circunstancias. No puedo negar que mi viaje por Russia y Bielorrusia ha sido, además de genial y sobrecogedor en el sentido visual, también, en mucho, bastante desagradable (si bien, dentro de lo esperado).
Pero ello no me hace ver a las personas igual de desagradables; aunque muchos se han comportado de manera inadecuada. Sin embargo, la cultura es el camino que encausa los pueblos, que les define y les enmarca dentro de una camisa de fuerza identitaria que sí debe ser vista. Esa es la verdadera regla para juzgarles.
Entre mis experiencias más significativas fue el desconocer su lengua. Esto representaba el gran problema comunicativo, y me impedía conocerles y comprender más su manera de pensar. También matizada por una super alocada velocidad de procesamiento. Jajaja. Lo cierto es que si caminan rápido, hablar lo hacen mucho más; y así, cada detalle de la vida cotidiana. Incluye la respuesta ante todo. Lo que les proporciona un humor en exceso voluble que, en mi caso, muchas veces me hizo sentir lástima.
Una vez más, hablo de los mayores, que no pueden siquiera darse el lujo de sonreír en el Metro o alegrarse porque les es “vedado”. Sé que algunos pueden discutir esta afirmación. ¡Bien por ellos!
Los jóvenes ya mantienen una visión más alegre y de auto-realización personal. Les observas divertirse abiertamente en las calles, en los parques. Mantienen bríos y destellos emocionales contrastantes con el frío de aquella sociedad. Esta alegría es un atisbo premonitorio…
Sumemos la historia. En cuanto a esto, recordemos que el pueblo ruso vivió más de 70 años de comunismo. Por favor, no les juzgues sin tener en cuenta su pasado.
Por todas partes puedes ver cómo las nuevas generaciones se van despojando de esta triste realidad que se mantiene en las generaciones antes de la nuestra -nací en los ´70.
Te pido que al intentar analizar a los hermanos rusos, tengas en cuenta lo que vivieron. Demoran en sanar las heridas de la historia. Gracias a Dios, ves como van cerrando poco a poco las cicatrices en los más jóvenes.
En las esperas prolongadas se agotan los sentidos en espasmos reticentes. Este pueblo no está exento. No hay manera de abarcar los recuadros de las insinuaciones sinuosas que encontramos en los sitios que visitamos.
Otro gusto para los viajeros es su país; y la grandilocuencia de las viviendas. Observar su arquitectura es un concierto barroco de alucinantes diferencias. Cada ciudad tiene sus características bien marcadas. Es recurrente el mismo estilo de casas en la parte europea. Sin embargo, cada región demuestra su cultura con las viviendas que se levantan. En especial, en las afueras de las ciudades. Asimismo, sus habitantes son rasgos distintivos de esos contrastes.
Recuerdo mi viaje a San Petersburgo. En aquellos días me quejaba del carácter de los moscovitas y la fealdad de sus edificios. Al llegar a la ciudad más bella de Rusia me recibieron las sonrisas más agradables que descubrí en este país, y los edificios más bellos.
Al visitar Kazan, ocurrió el proceso similar: las personas eran distintas completamente, y los marcados rasgos asiáticos me impactaron.
Cuando viaje en el Transiberiano a Vladivostok te contaré. Jajaja.
Venga, mi gente, solo les he dejado un apunte viajero sobre el pueblo ruso, ¿vale? Esto nunca buscó ser una disertación social. Espero que sepas a qué me refiero si no pude expresar con claridad esta sensación agridulce.
¡Que Dios bendiga todos tus viajes y aventuras!
Acá te dejo el enlace a los Free Walking Tours en Moscow con Guruwalk.
Este es mi favorito: Qué ver y Hacer en Moscú, con Civitatis.