2022: El año más arrebatado de mi vida

Dejemos de lado el 2021 con sus viajes -gracias a Dios- por Russia (Moscú, San Petersburgo, Kazán) y Bielorrusia (Pinsk, Minsk y Brest).

Ahora es cuando grito:

-¡Hasta toqué La Mística Ruta de El Transiberianooo!

Por lo que puedo decir que entre las deudas mundiales, he tachado algunas de las que incluso, se hallan en mi lista de imperdibles antes de estirar la pata.

Balance de año cubano

El 17 de enero llego a Cuba tras casi 5 meses por aquellas tierras norteñas.

Arribaba en contra de mi voluntad viajera; pero radiante de alegría. Vuelvo a ver, después de tantas noches blancas, a mi hija maravillosa. Esa niña estupenda a quien exprimo con la más cruel ambición de padre, hasta obtener de ella toda la felicidad posible.

Si fuese a resumir mi Currículo viajero, no podría decir que estuve en cien países, ni en cincuenta; aún, ni en 10. Espero poder…

Sin embargo, un detalle es importante y corrobora mis sueños. Cada vez que alguien pregunta sobre mí, Lucía se adelanta para decir: -Mi papá es viajero. Respuesta confusa y difícil de esclarecer para la cultura cubana. Pero reconfortante y energética para mi espíritu. Algo así como una isotónica de los anhelos. ¡Jajaja!

2022: año loco

El 2022 ha sido el año más arrebatado en vaivenes vitalicios. Toda mi vida ha sido una función trigonométrica…, pero esta vez, nadie le gana.  

No puedo mentirte, ha sido el año que más hambre he pasado, pero también, el más cargado de emociones y recomienzos.

Lucía aprendió a montar bicicleta, tuvimos nuestra primera escalada seria, nuestra primera noche real en carpa, su mejor gala como bailarina española, el año que más chocolates ha comido, el día que conoció la Malta (a primera vista le rechazó, luego le amó), la jornada en que pude tachar varias de mis deudas cubanas más importantes: Topes de Collante, El Nicho… Y, si a partir del 31 de diciembre alargamos el año a través de la primera quincena de enero: Cayo Bariay, Banes, Playa Guardalavaca, Gibara, Holguín, Baracoa, Guantánamo y Faro Punta de Maisí, donde se acaba Cuba.

Mi Bitácora de Viajes

Entre las locuras de este año, después de sentirme un viajero de renombre, jajaja, perdí mi sitio web alojado en Hostinger; por la guerra en Ukraïna. Al pagar mis servicios desde Rusia, sin pedirlo, me asociaron al Hostinger.ru; por lo que me cancelaron el contrato. Así, inmerso en la mayor tristeza veía morir ese

Diario de camino.

Para qué contarte que perdí todo y tuve que comenzarlo de cero, una vez más.  Pero si lo estás leyendo es porque resucitó. Esta vez, Dios me regaló el detalle gracias a mi primo Osmel, desde Brasilia.

No se diga más, ya te escribí sobre ello la página: Mi Bitácora renace.

La Montaña de Piedra

Por si fuera poco, cuando pienso en mi vida nómada, la comencé a los 8 años, justo la edad que ahora tiene Lucía.

Pareciera que el ocho es un buen número para viajes y aventuras que marcan vidas.

Balance de año infantil: A sus 8 años aprendió a montar bici, tomar Malta, escalar montañas y dormir en Carpas.

En el mes de agosto subíamos al Husillo, una pequeña montaña de piedra en Fomento, Sancti Spiritus. Su expresión hilarante lo resume: -Papito, ¡es nuestra primera escalada de verdad!

Nunca he sido más feliz.

Parque Topes de Collantes-El Nicho

En la segunda quincena de agosto, al concluir nuestro paraíso Padre-Hija, nos aventuramos a caminar desde Cienfuegos a Trinidad a través de los Senderos de El Nicho, Parque Guanayara, Topes de Collantes, hasta terminar en la Playa Ancón.

La excursión (que no siempre fue a pie) la hicimos Tali, Albe, “Raquel”, Dayner y yo. Fue una pasada en todos los sentidos. Sobre eso te escribí dos páginas. No te dejes engañar si te dicen que me gustaron más otras historias: nada le ganó a la sensación de ver nacer el Río Nicho desde las entrañas de la piedra, con un torrente colosal.

Viaje de Cienfuegos a Trinidad por las entrañas del Escambray.

El Nicho, difuminado de senderos.

Viaje entre dos años

Una vez más esta frase se hace realidad en mi itinerario viajero. 31 de diciembre. Mientras casi todos se preparan para su Nochevieja yo acaricio el Tren Habana-Holguín.

Desde aquella ciudad me llama la deuda cubana más grande que he sentido desde que tengo uso de razón, y que, la muy…, se escurría en la distancia de los infortunios: Cayo Bariay. Es imposible para un viajero -al menos americano-, no conocer el sitio por donde desembarcó Cristóbal Colón. Todos sabemos que no fue Américo Vespucio el que hizo encontrarse estas dos culturas. Que nadie se ofenda.

¡Alzad velas!

Por qué no -pensé. Con un par de días conozco “la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto”, y regreso antes de que lo noten.

Así que, matemática elemental: hallar + tren = a viaje.

Pero la ambición me volvió a traicionar y terminé haciendo el giro en U por el litoral del oriente cubano durante un par de semanas (Holguín, Gibara, Banes, Guardalavaca, Moa, Baracoa, Punta de Maisí y Guantánamo).

¿Qué le puedo hacer? Uno debe conocerse y comprender sus debilidades. Soy adicto a la carretera. Como me bautizara Osme: caracol de autopista.

Fue el viaje cubano más emocionante de toda mi vida. Pero ya eso es historia del 2023. De hecho, en estos momentos me encuentro escribiéndote sobre esas aventuras. Si quieres leer los terminados, échales un vistazo.

Cayo Bariay: el encuentro de dos culturas.

Faro Punta de Maisí: casi a punta de pistola.

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Hasta aquí mi balance de año entre recuentos y locuras. Necesito escribir sobre Baracoa, Gibara, Holguín… ¡Ya verás!

¡Dios bendiga todos tus viajes!

Tío Lucio el viajero.